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El dolor de las expectativas

hibiscus-flower-1Todos tenemos deseos de cosas que queremos obtener y logros que queremos realizar, y sin darnos cuenta nos zambullimos en ellos cruzando la frágil línea que separa el anhelo convirtiéndolo en expectativa. Es un límite muy tenue, donde nuestro deseo queda transformado al dejarnos llevar por nuestras creencias, creando una matriz, una idea, un “cómo debería ser” esa realidad. Visualizamos, y nos hacemos la película mental completa del cómo, del cuándo, y del donde.

Es natural que soñemos y nos imaginemos aquello que queremos y que nos apasiona, y entonces, vamos por ello. Fijamos nuestra atención en un resultado determinado, forjarnos una idea de lo que queremos y hacemos todo lo posible por conseguirlo. Nuestra mente comienza a sentir la ilusión y en ese deseo inicial emplazamos todo nuestro esfuerzo e incluso ponemos en juego nuestra valía, y nuestro sentido del merecimiento. Colocamos en ello tanto afán que si no logramos lo que queremos, nos sentimos fracasados, nos juzgamos y nos restamos valor.
Si algo nos duele, son las expectativas no cumplidas, ellas son la causa del dolor emocional.

Es justo antes de que en nosotros nazcan las expectativas cuando debemos soltar el apego a los resultados. No se trata de no realizar acciones en dirección a aquello que deseamos, se trata de confiar en que el resultado sea cual este sea, siempre será el mejor para nosotros y seguir adelante abiertos, libres. Podemos simplemente fluir sin esperar nada, y veremos cómo todo nos será dado de la mejor manera.

No quiere decir que no tengamos sueños y aspiraciones, pero en cierto momento los tenemos que soltar y confiar en que lo que resulte siempre será bienvenido.

Sentir pasión hacia algo, siempre que la motivación no esté basada en el temor ni en nuestras creencias, ya nos conecta con esa parte nuestra que nos guiará por el camino a obtener el mejor resultado posible para nosotros. Nos conecta con la posibilidad de transformarnos en la mejor versión de nosotros mismos, y entonces nuestro ser estará alineado al campo de todas las posibilidades. Cuando no esperamos ningún resultado en particular y a la vez estamos abiertos a experimentar, el Universo nos da sorpresas y allí es cuando suceden los milagros.

Esa parte de la que hablamos, es nuestro Yo Superior, el Aumakua como lo llaman los hawaianos, nuestro guía , es una parte de nosotros mismos que no se encuentra en la mente que piensa, no está ligada a nuestros programas, y puede ver la película completa. Esa parte nuestra para podernos guiar, necesita que nos pongamos a un lado, y confiemos. Ella nos guiará si silenciamos nuestras creencias y la dejamos actuar. Esa parte nuestra siempre nos sorprenderá cuando abandonemos las expectativas, ya que las expectativas son programas de nuestra mente que impiden el cambio, lo nuevo, lo inesperado.

Las expectativas son una manera de decirle a nuestro Yo Superior como debe ser aquello que nos debe ocurrir. La mente consciente no tienen ni la capacidad ni es su función saber ni que, ni como lo que va a ocurrir, ocurre. Si te fijas bien, nunca tus minuciosos planes se cumplen tal como te los imaginas o los hayas programado.

Para dejarla actuar, debemos confiar, y no decirle como queremos que las cosas sean o sucedan, porque la estaríamos limitando. Le estaríamos indicando que nosotros sabemos lo que nos conviene, y de esta manera bloquearíamos toda la información que nos llevaría a resultados insospechados.

Ese guía eres Tú mismo, es la parte tuya que se encuentra en otra dimensión separada del cuerpo físico y siempre actuará en tu propio beneficio.

La magia siempre funciona cuando después de tener una clara intención, confiamos y soltamos el control sobre los resultados, para que suceda lo que es mejor para nosotros.

Cuando tenemos expectativas, sentimos añoranza por aquello que no tenemos y el Universo nos complace dándonos más de lo mismo, nos da más el seguir sintiendo «deseos por conseguir aquello que nos falta». Si no tenemos expectativas de lo que queremos que ocurra, jamás nos sentiremos defraudados.

No es tan difícil NO tener expectativas, solo vibra con la alegría que sientes sin poner tu atención en los resultados y déjate sorprender.

Recuerda: Cuando tenemos expectativas no le estamos entregando nuestra voluntad a nuestro ser superior y seguimos manifestando más de lo mismo en nuestras vidas, nada nuevo sucede porque nuestros programas son los que están al mando.

Suelta y ábrete a lo inesperado con confianza. Al no esperar nada, no hay manera de sentirte desilusionado.

Te amo

Jocelyne Ramniceanu

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El diálogo interior

wp4568219cf60e75f063Cuando pasamos un largo período de tiempo sin hablar con otra persona, nos podemos percatar que tenemos diálogos muy intensos con nosotros mismos. Estos diálogos existen y están presentes continuamente pero no siempre nos damos cuenta de su presencia y magnitud.

Cuando asistí hace ya varios años a un curso de meditación Vipassana, permanecí 10 días en silencio, sin hablar con ninguno de los participantes, era parte de las reglas. Durante esos días mi diálogo interno no paró ni un segundo y parecía que usaba altavoces. Era una lucha aguerrida entre dos oponentes, uno por quedarse y completar el curso según lo acordado y el otro por abandonar el lugar inmediatamente, no aguantando ni un momento más. Reconocí que ambas voces provenían de mí, eran mis creencias contradictorias buscando una manera de llegar a un acuerdo; que nunca fue como tal, ya que hubo aquella parte de mí que ganó la batalla y fue permanecer en el curso hasta el final, pero la otra parte nunca dio su brazo a torcer, solo cedió al notar que el deseo de permanecer era más fuerte, esa parte de mí aún existe y se manifiesta de distintas maneras creando resistencia.

Podemos diferenciar 3 tipos de diálogos en nosotros mismos, aquel donde lo que nos decimos es positivo y eleva nuestra vibración, aquel que es de naturaleza negativa, donde perpetuamos nuestras creencias de no servir, de no ser buenos para algo, de no ser capaces, de no ser merecedores  etc. y por último el que rara vez oímos a menos que los otros dos hagan silencio, o no estén presentes, y es el diálogo que procede desde un lugar de claridad, desde un lugar aparentemente externo, es el diálogo que viene de nuestro Yo Superior o como los hawaianos lo llaman, nuestro Aumakua.

El dialogo interno negativo es el más común y es tan poderoso que se vuelve como un hábito, pero el diálogo positivo también nos resta la posibilidad de oír, de conectar, de percibir las señales de nuestro guía interior que nunca para de enviarlas pero andamos tan distraídos en nuestras charlas que no escuchamos, no prestamos atención.

No se trata de cambiar nuestro diálogo interno si no de silenciarlo, de reducirle el volumen,  para recibir la información que proviene de ese Yo nuestro, que desde las alturas puede ver la película completa y guiarnos en cuanto al mejor futuro posible, la mejor decisión a tomar.

En la medida que le digamos silenciosamente y sin tregua a nuestro debate interno las palabras Gracias y Te Amo, este ira disminuyendo su volumen para dejar entrar la claridad en nuestra vida y poder recibir las inspiraciones que tanto deseamos.

Se trata de colocar nuestra mente de lado y dar permiso a aquello que es parte de nosotros que conoce las mejores respuestas.

Cuando dejamos de ver las circunstancias como problemas y permitimos observarlas como retos u oportunidades, activamos esa parte nuestra donde la creatividad y las inspiraciones nos dan las mejores respuestas a todas nuestras preguntas.

Te amo

Jocelyne Ramniceanu

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