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Las bendiciones de lo «malo».

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Durante los fines de semana que no salgo fuera de la ciudad me gusta aprovecharlos para hacer algunas compras de productos especiales, que no se consiguen en los automercados. Los sábados por la mañana improvisan un mercado en una calle del vecindario dónde venden productos artesanales, pescado y verduras frescas. Los domingos temprano, suelo ir al mercado de los chinos dónde encuentro leche de soya ,dulces y variedades de verduras diferentes a las habituales.

Este fin de semana pasado, específicamente el sábado, me dirigía acompañada de la señora que cocina en mi casa al mercado cuando me percaté que no tenía suficiente efectivo y entonces nos dirigimos al banco, concretamente a un cajero automático.

Yo me bajé del carro apresuradamente ya que estaba mal estacionada y cómo es usual, los días en los cuales los bancos están cerrados, hay otras personas merodeando los cajeros. Esperé mi turno y procedí a colocar mi tarjeta de débito en la ranura. Apenas introduje la tarjeta, la máquina arrojó un mensaje que indicaba que mi clave estaba vencida y tenía que cambiarla. Entonces coloqué una nueva pero al hacerlo, cometí un error e inmediatamente se bloqueó la tarjeta. No podía hacer nada, no iba a poder retirar el dinero y tampoco iba a poder pagar con la tarjeta en ningún establecimiento.

Me retiré molesta ya que mis expectativas quedaron frustradas. Apenas me dirigía hacia el carro, uno de los chicos que aún rondaba cerca del cajero me llamo para decirme que había retirado la tarjeta sin cancelar la operación, por lo tanto sin pensar regresé, la volví a introducir y le di al botón de cancelar. Luego me retiré aun molesta.

La señora que me acompañaba, desde el carro miró lo sucedido y me comentó una vez que me subí al vehículo que se preocupó cuando vio que me habían llamado y yo había regresado en dirección hacia ellos. Entonces yo le respondí –no hay que vivir con temor, no hay que pensar negativamente – y nos marchamos.

Mi ida al mercado no resultó tan infructuosa ya que los vendedores de “delicatessen” me conocían y mis compras las pude cancelar con la chequera.

Por la tarde llamé al banco y me suministraron una nueva clave telefónica, entonces volví al cajero para restablecer mi tarjeta con una nueva clave de usuario y para mi sorpresa la máquina me volvió a indicar que no podía realizar ninguna operación. Este procedimiento lo intenté nuevamente el día domingo con el mismo resultado.

El día lunes fui al banco y allí también me ayudaron borrando las claves anteriores pero al intentarlo de nuevo en el cajero adyacente, el mensaje era el mismo: “Usted no puede realizar esta operación”. La asistente que me había atendido me sugirió dirigirme al supervisor y en cuanto me atiende, le entrego mi tarjeta de débito, y él la mira detenidamente y me mira y dice:

—Qué extraño, su tarjeta no tiene su nombre impreso — en el momento no caí en cuenta pero tomé la tarjeta en mis manos y al mirar los números que ya conocía de memoria dije —Esta no es mi tarjeta— entones el supervisor me dijo —Señora usted tuvo suerte que su tarjeta se bloqueó en el cajero, si no, le hubiesen sacado todo su dinero de la cuenta.–

Esta fue una maravillosa lección para mí. Me enseño que lo que parece malo puede estar lleno de bendiciones escondidas, y que nada es lo que parece. Muchas veces juzgamos cómo malas las circunstancias y luego resultan una bendición. A veces un mal menor nos protege de otro mayor, por eso es que me digo “Todo lo que sucede es perfecto” todas son lecciones. Tal vez mi falta de temor y despreocupación ante los hombres que “no sé cómo” me cambiaron la tarjeta. Tal vez por andar confiada en la vida, no resultó peor, en todo caso mi conclusión fue que nada es tan malo como parece, lo que juzgamos como malo puede resultar ser lo mejor que nos podría ocurrir en ciertas circunstancias. Tal vez lo que me aconteció, sucedió para escribir y compartir esta historia contigo.

Al final, salí del banco repitiendo mentalmente Gracias, Gracias, Gracias agradecida y me marché contenta y aliviada.

Gracias por leerme

Te amo

Jocelyne Ramniceanu

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Juzgar u Observar, conoce la diferencia

Jocelyne Ramniceanu juzgar

Querido lector; quiero hablarte acerca de una actividad constante que realiza nuestra mente: Juzgar y qué es lo que ocurre cuando juzgamos.

Toda situación, todo evento, toda relación es neutra por naturaleza y carece de significado; pero nosotros no lo vemos así, no las percibimos neutras.  A todo le otorgamos significado según nuestras creencias y entonces eso determinará el efecto que recibiremos.

Por ejemplo si alguien te grita o te insulta no significa realmente nada, son simples palabras y ruido a menos que tú te sientas ofendido o insultado ¿cierto?. El efecto de algo que no tenía significado, tú se lo otorgas.

¿Porque ocurre esto? Porque tú emitiste un juicio, acerca de ti y de la otra persona que para ti, la percibes como si te estuviera insultando. Puedes escoger verte como “Pobrecito Yo” y además agregar “Esa persona es una basura” o  puedes decidir limpiar esas memorias, ese programa en ti que te hace sentirte ofendido y simultáneamente preguntarte ¿Cómo esto me puede servir para conocerme mejor?…  de esta manera puedes transformar el juicio.

Nuestras creencias y definiciones determinan que tipo de pensamientos, y emociones vamos a sentir con relación a cualquier evento. Muchas veces nos equivocamos porque tomamos decisiones basadas en nuestros juicios y no en la neutralidad de las cosas.

Es importante recordarte que tú creas tu realidad, y las personas que aparecen en tu vida, constantemente te muestran tus creencias reflejadas como si fueran un espejo. Ellas te muestran lo que tú contienes.

Creamos la realidad a través de nuestras creencias y definiciones, y estás se activan por medio de nuestras emociones y pensamientos más fuertes. En otras palabras, las creencias producen lo que sentimos y pensamos y luego de esto, lo vemos reflejado en nuestra vida.

La causa de nuestro sufrimiento NO es lo que nos sucede sino como lo interpretamos. Así ocurre con todo lo que nos acontece, somos nosotros quienes le asignamos significado, emitimos un juicio y luego reaccionamos.

De alguna manera inconsciente tú creas una situación negativa, y al emitir un juicio hacia el que aparentemente te está insultando, lo emites también hacia ti mismo, de lo contrario no sentirías nada. Todo absolutamente todo es neutro y carece de significado.

Los juicios se forman cuando aparece algo que NO es de tu preferencia, y además le añades un razonamiento, una justificación o un calificativo. Cuando surge una emoción es porque tu mente emitió un juicio que puede ser hacia ti o hacia otra persona, que en realidad viene a ser lo mismo, hacia una situación o cosa. Lo que consideras que es cierto es lo que experimentas.

Cada vez que juzgas, le estás dando un significado negativo a algo; y así cierras las puertas a la transformación, a la integración, y creas un muro de separación.

Recordemos que el afuera no existe, todo eres tú, todo tiene que ver contigo y todo lo que te acontece así como todo lo que ves reflejado en el mundo de afuera es tu creación y es tu proyección. Tú eres el creador de tu realidad, tu proyectas la totalidad de todo tu universo personal afuera. Por eso es bueno mirar todo como parte de ti y comprender que conscientemente o inconscientemente tú estás creando esa situación.

En tu realidad hay muchas cosas que aunque fueron creadas probablemente inconscientemente, sin intención, no son de tu preferencia pero al emitir juicios invariablemente comienzas a ver problemas.

Aquello que juzgas, no lo puedes neutralizar, no lo puedes transformar,  en creencias positivas más acordes con quién realmente eres. Estas invalidando y bloqueando la posibilidad de integración de aquello que NO prefieres, y te fragmentas.

Una de las ilusiones de las que adolecemos es la creencia de que los juicios que emitimos no tienen ningún efecto. Cuando juzgamos nuestra vibración se transforma en la vibración del juicio que estamos emitiendo. Penetramos más en la vibración de la separación y nos  alejamos de sentir paz.  Cuando juzgamos dejamos de vivir en el momento presente.

Los juicios son barreras con las que tiene que lidiar quien juzga. Una mente llena de prejuicios es una mente llena de sufrimiento. Al juzgar, vemos la realidad empañada de prejuicios.

No puedes poseer y transformar algo que al mismo tiempo estás invalidando. Juzgándolo le das más peso, no se lo restas. Para transformarlo, lo tienes que igualar, no darle más fuerza. Tienes que aceptarlo como válido aunque no sea de tu preferencia.

Cuando estamos ocupados en juzgar al mensajero, creamos separación en lugar de unión. Nos desvalorizamos, y perdemos lo que tanto anhelamos: la paz interior.

Un juicio es una mentira. Y una mentira es un nudo ciego que nos impide ver la realidad tal y como es, la vemos tal y como estamos siendo en ese momento. Un juicio es nuestro punto de vista sobre algo, no lo que ese algo realmente es.

Los problemas tienen una manera de resolverse cuando hay suspensión del juicio, entonces tú puedes transformarlos. Tú tienes ese poder.

Siempre tienes el poder de decidir ante cualquier evento como lo vas a tomar; puedes optar por juzgarlo o simplemente observarlo.

Puedes siempre decidir y mentalmente decirte “esto NO es lo que prefiero” y punto…, o buscar las razones en tu pasado y juzgar.

El presente siempre está libre de juicios. Para estar en el mundo real, hay que estar libre de juicios y  por lo tanto, libre del pasado.

Responder no es reaccionar, responder es tomar acción sin juicio y eso te trae paz, en cambio cuando reaccionas la pierdes.

Hay muchas maneras de ver una situación pero puedes simplemente determinar si es de tu preferencia o no y punto, sin agregarle un razonamiento, sin añadirle juicio  y así evitas la fragmentación, la polaridad y facilitas la integración.

Observa reconociendo que tú  eres el creador. Tú puedes cambiar tu realidad cuando transformas las creencias que forman el juicio.

Cada vez que te descubras juzgando dile Gracias, Gracias, Gracias por presentarse esta creencia negativa y poder transformarla.

La sentencia no tiene lugar en un corazón amoroso.

Proponte hoy no juzgar nada de lo que ocurra y al estar libre de juicios, te liberas de tu pasado, te liberas de tu programación. Eres libre cuando puedes fluir con todo de forma natural y simple, sin preguntas y sin juicios contigo mismo.

Cuando dejas ir de ti  aquello que no te gusta en los demás, puedes comenzar a verlo con amor, dejas de juzgar y comienzas a expandir tu consciencia.

El principio del verdadero amor es el final de los juicios

Te amo

Jocelyne Ramniceanu

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