Conviértete en el creador de tus propios milagros . . .

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¿Quién gana?

Me han preguntado muy a menudo: ¿Por qué si estoy limpiando memorias con Ho’oponopono no veo que la situación cambie e incluso esta parece a veces empeorar?

Yo les contesto, ¿Sabes cuánto tiempo llevas reaccionando ante las mismas creencias y de la misma  manera? ¿Sabes cuánto tiempo te llevó programarte?

Nos olvidamos que llevamos toda una vida alimentando ciertos paradigmas; vemos al mundo desde la óptica de nuestras creencias y nuestros juicios los hacemos de acuerdo a ellas. También nos olvidamos  que como creadores que somos, la vida siempre nos da la razón y así nuestras creencias se convierten en lo que experimentamos como realidad.

Los problemas surgen porque olvidamos quiénes somos y nos llenamos de juicios, conceptos, ideas preconcebidas, expectativas, opiniones, basados todos en nuestras erróneas creencias, en lo que hemos aprendido.

Cuando comprendemos que tenemos que hacer cambios y queremos limpiar todos los errores de cómo percibimos al mundo, le dedicamos muy poco tiempo a borrar y el resto del tiempo seguimos reaccionando y creando más de lo mismo.

Esto no funciona así, no podemos deshacer algo que nos tomó muchas vidas y parte de esta con solo dedicarle unos minutos al día. Las creencias las tenemos muy arraigadas en nosotros y tenemos que dedicarle todo nuestro tiempo para ver los resultados.

Es importante crear la relación amorosa con nuestro niño interior, ya que él puede hacerlo por nosotros mientras dormimos, o incluso mientras andamos en automático. Nuestro niño interior es nuestro subconsciente, es donde se alojan todas las creencias que hemos acumulado y el puede aprender a soltarlas. Nuestra parte consciente que es quién toma  las decisiones, es el intelecto o “La Madre”. La relación entre ambas partes es la relación más importante que existe en todo el cosmos, más importante aún que las relaciones del mundo físico. Le podemos pedir con mucha delicadeza que suelte aquellas memorias que nos hacen sufrir y él con gusto accederá.

Para comenzar a ver milagros, tenemos que ser constantes y para ilustrarte mejor como esto funciona te traigo una leyenda india, que se llama Pelea entre dos lobos.

Un viejo Cherokee les hablaba a sus nietos sobre la vida.

«Hay una batalla en mi interior… es una pelea terrible entre dos lobos.

Un lobo representa el miedo, la ira, la envidia, la pena, el arrepentimiento, la avaricia, la arrogancia, la culpa, el resentimiento, la inferioridad, las mentiras, el falso orgullo, la superioridad y el ego.

El otro lobo es la alegría, la paz, el amor, la esperanza, el compartir, la serenidad, la humildad, la amabilidad, la benevolencia, la amistad, la generosidad, la verdad y la fe.» dijo el anciano.

«Esa misma lucha está teniendo lugar en vuestro interior y en el de cualquier persona que viva.» añadió el anciano. Los niños se quedaron pensando un momento.

«¿Y cuál de los dos lobos ganará?» preguntó uno de los niños.

“Ganará el lobo que más alimentes” contestó el abuelo

Con mucho amor te recuerdo que lo que se borre de ti, se borrará también de todos nosotros. Cuando tú cambias, todo tu mundo cambia.

Te amo

Jocelyne Ramniceanu

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Meditación y honrando a nuestro niño interior

A muchos nos extraña tener un niño dentro de nosotros, por muy adultos que nos sintamos e incluso resulta un tanto extraño para quienes hemos sufrido en algún momento de soledad descubrir que tenemos toda una familia y que la llevamos justo en nuestro interior, pero así es, y debemos prestar una especial atención a ese pequeño que nos acompaña.

El subconsciente o Unihipili como se le dice en el idioma Hawaiano, representa nuestro niño interior. En la tradición hawaiana se le considera como el más importante de los tres seres que nos conforman o habitan en nosotros. Allí es donde están alojadas todas las memorias desde que fuimos creados hasta el presente, todas las emociones, y sentimientos, los recuerdos guardados, los olores, sabores, imágenes, sonidos y todas las interpretaciones que hemos hecho, incluyendo las memorias de vidas pasadas y las de nuestros ancestros están allí almacenadas.

El subconsciente se comporta como un niño pequeño, el genera todas las emociones y reacciones que sentimos de amor, rabia, impotencia etc. y que muchas veces no entendemos su origen y pocas logramos controlar. El puede dirigir nuestra vida reaccionando constantemente, porque así aprendió a evitar ser herido. También él es quien nos hace percibir el mundo de determinada manera para defendernos de los peligros y agresiones que proyecta en el mundo externo. Es un niño pequeño asustado.

Imaginate a un niño o niña pequeñito de unos 3 a 5 años con su inocencia, tratando de sobrevivir, ese es el niño que habita en nosotros, el que nos acompaña aunque no lo hayamos notado.

Es aquella parte nuestra que hasta la fecha desconocíamos su existencia y por lo tanto la hemos ignorado y abandonado.

Para los antiguos Hawaianos, estamos compuestos por tres partes o entidades separadas y el equilibrio entre ellas es lo que nos permite fluir por el mundo en armonía y paz. Estos tres entes son el subconsciente o niño interior (Unihipili), el intelecto que es la parte consciente y es quién toma las decisiones representada por la madre (Uhane) y el supraconsciente identificado como el padre (Aumakua) es nuestra parte espiritual. Cuando todos estos seres están alineados en perfecta armonía, regresamos al estado original, como Dios nos ha creado.

La relación más importante que existe en el cosmos, es el nexo entre la madre y el hijo, no nuestro hijo terrenal sino el niño que todos llevamos dentro junto con nuestro intelecto. El es quien manifiesta la realidad que vivimos de la forma que la percibimos. El es el encargado de iniciar la limpieza de las memorias que nos causan dolor y con su colaboración estas se limpian más rápido.

Si esta relación no se establece, con amor, comprensión y compasión, estaremos experimentando problemas a lo largo de nuestra vida. Podemos restablecer el vínculo y mejorarlo logrando una cooperación entre ambas partes y para esto es necesario construir un intercambio consciente de información y conocimiento a través de la comunicación amorosa, para entender como nuestro niño interno piensa y siente, y porque reacciona de la manera que lo hace.

El se comunica con nosotros a través de imágenes, memorias y emociones que van saliendo a la superficie, pero nosotros solo tenemos acceso a él a través del péndulo y los símbolos como el tarot, las runas o a través de experiencias chamánicas.

Muchas veces el no quiere cooperar con nosotros y nos hace pequeñas travesuras cómo no recordar donde pusimos las llaves del carro, se vuelve olvidadizo o le hace a nuestra parte consciente tener actitudes dramáticas y ridículas para llamar la atención etc. hasta colocarnos en situaciones muy delicadas. Nuestro niño interior es muy emotivo y carece de racionalidad y a veces se avergüenza ante la madre o el intelecto y desarrolla remordimientos y culpas, pero por otro lado está lleno de admiración por las decisiones que ella toma y las acepta sin objeción.

Las enfermedades también las origina nuestro niño interno y para ser sanadas tienen que ser abordadas en el mismo nivel donde fueron creadas. La enfermedad es una manera simbólica de mostrarnos su disconfort y es una oportunidad de rehacer una relación más armónica.

Para contactarnos con nuestro niño interior podemos inicialmente hacer una meditación que la podremos variar según nuestra inspiración.

Quiero ofrecerte una meditación a modo de ejemplo que he realizado para ti y que te puede servir de guía para darle la bienvenida a ese niño que todos llevamos dentro y puede ser la llave a crear el equilibrio y el restablecimiento de la armonía en nuestra familia interna. Deseo que seas feliz y reboses paz mas allá de toda comprensión.

Te amo

Jocelyne Ramniceanu

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Había una vez……

Un día desperté y me encontré dentro de una historia que ya  hace mucho  tiempo había comenzado, entonces como un juego de niños comencé rápidamente a aprender las reglas para jugarlo.

Básicamente tenía que aprenderlo todo y ponerme al día, además no podía recordar nada anterior a él, por lo tanto me sentía muy pequeñita, frágil, y algo perdida.

Estaba  muy interesada en aprender a jugarlo lo más rápido posible y me esforcé en hacerlo lo mejor que creía. Pero este juego me desconcertaba y me sentía muy frustrada, las reglas no se aplicaban correctamente y la recompensa tardaba en llegar. Creía que era cuestión de tamaño y que cuando creciera lo entendería.

A este juego algunos lo llaman vida, para mí era tan solo un juego más, pero no lograba recordar el  porque  lo tenía que jugar. Tampoco me podía rendir ni sabía cómo  me podía retirar. Le buscaba el sentido pero no lo encontraba.

Así fue como poco a poco me adapté a él. Presentía que había atajos para ganar la partida, y supe que aunque no pusiera de mi parte, nunca perdería, pero el juego me llevaba a un callejón sin salida.

También supe que había una vía rápida, llena de premios, y que el tiempo que tardara en encontrarlo era importante. El camino estaba lleno de pistas, pero también había  muchas trampas que me desviaban, y si yo le ponía toda mi atención, tal vez podría evitar confundirme. El secreto era escuchar a mi voz interior, pero casi siempre los obstáculos me distraían.

Con el tiempo aprendí que todo lo que veía, todo lo que oía y todo lo que sentía, hablaban solamente de mí, me decían exactamente todo lo que yo creía, y que siendo un reflejo, por allí no iba a encontrar la salida. Si buscaba quien me diera una pista, encontraba lo mismo que yo ya sabía. Cuando preguntaba quién era y para qué jugaba este juego, encontraba en todas partes la misma ignorancia, entonces comprendí que las respuestas no las iba a encontrar buscando allá afuera porque todas ellas no eran más que el eco de mi propia voz.

Me seguía obsesionando encontrar la razón de para qué  jugaba este juego y cómo  hacer para ganar la partida.

Entonces comencé a buscar las claves dentro de mí .Encontré un lugar oscuro y lleno de escombros, allí había mucha basura, era un laberinto sin salida. Para mi sorpresa  descubrí que  me estorbaba todo lo que yo creía, todo lo que aprendí y todo lo que siempre pensé se había convertido en una  gran muralla de concreto que me bloqueaba el paso. Trate de tomar información de allí pero descubrí que nada servía, estaba  por todos lados repleto de conocimientos pero no de sabiduría. Me sentí muy frustrada porque ya no sabía adónde ir, lo había probado todo sin  obtener respuestas, y mientras mas insistía, mayores parecían ser los obstáculos.

Al final me rendí, me dije que tal vez buscaba en el lugar equivocado o tal vez algún detalle se me había escapado. Terminé sentada a un lado de la acera con las piernas encogidas y decidí dejar de insistir. Me relaje y me quede observando tranquilamente los dedos de mi pie cuando una voz me  susurro al oído y dijo : “CUANDO SUELTAS ES CUANDO SUCEDEN LOS MILAGROS”.

Entonces todo se me aclaró, encontré que las respuestas a mis preguntas estaban en el lugar donde no existen los recuerdos y que el juego era una creación mía, al igual que las reglas también las había puesto yo, y que mi poder era tan grande que las podía volver a cambiar.

Te amo

Jocelyne Ramniceanu

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