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Juzgar u Observar, conoce la diferencia

Jocelyne Ramniceanu juzgar

Querido lector; quiero hablarte acerca de una actividad constante que realiza nuestra mente: Juzgar y qué es lo que ocurre cuando juzgamos.

Toda situación, todo evento, toda relación es neutra por naturaleza y carece de significado; pero nosotros no lo vemos así, no las percibimos neutras.  A todo le otorgamos significado según nuestras creencias y entonces eso determinará el efecto que recibiremos.

Por ejemplo si alguien te grita o te insulta no significa realmente nada, son simples palabras y ruido a menos que tú te sientas ofendido o insultado ¿cierto?. El efecto de algo que no tenía significado, tú se lo otorgas.

¿Porque ocurre esto? Porque tú emitiste un juicio, acerca de ti y de la otra persona que para ti, la percibes como si te estuviera insultando. Puedes escoger verte como “Pobrecito Yo” y además agregar “Esa persona es una basura” o  puedes decidir limpiar esas memorias, ese programa en ti que te hace sentirte ofendido y simultáneamente preguntarte ¿Cómo esto me puede servir para conocerme mejor?…  de esta manera puedes transformar el juicio.

Nuestras creencias y definiciones determinan que tipo de pensamientos, y emociones vamos a sentir con relación a cualquier evento. Muchas veces nos equivocamos porque tomamos decisiones basadas en nuestros juicios y no en la neutralidad de las cosas.

Es importante recordarte que tú creas tu realidad, y las personas que aparecen en tu vida, constantemente te muestran tus creencias reflejadas como si fueran un espejo. Ellas te muestran lo que tú contienes.

Creamos la realidad a través de nuestras creencias y definiciones, y estás se activan por medio de nuestras emociones y pensamientos más fuertes. En otras palabras, las creencias producen lo que sentimos y pensamos y luego de esto, lo vemos reflejado en nuestra vida.

La causa de nuestro sufrimiento NO es lo que nos sucede sino como lo interpretamos. Así ocurre con todo lo que nos acontece, somos nosotros quienes le asignamos significado, emitimos un juicio y luego reaccionamos.

De alguna manera inconsciente tú creas una situación negativa, y al emitir un juicio hacia el que aparentemente te está insultando, lo emites también hacia ti mismo, de lo contrario no sentirías nada. Todo absolutamente todo es neutro y carece de significado.

Los juicios se forman cuando aparece algo que NO es de tu preferencia, y además le añades un razonamiento, una justificación o un calificativo. Cuando surge una emoción es porque tu mente emitió un juicio que puede ser hacia ti o hacia otra persona, que en realidad viene a ser lo mismo, hacia una situación o cosa. Lo que consideras que es cierto es lo que experimentas.

Cada vez que juzgas, le estás dando un significado negativo a algo; y así cierras las puertas a la transformación, a la integración, y creas un muro de separación.

Recordemos que el afuera no existe, todo eres tú, todo tiene que ver contigo y todo lo que te acontece así como todo lo que ves reflejado en el mundo de afuera es tu creación y es tu proyección. Tú eres el creador de tu realidad, tu proyectas la totalidad de todo tu universo personal afuera. Por eso es bueno mirar todo como parte de ti y comprender que conscientemente o inconscientemente tú estás creando esa situación.

En tu realidad hay muchas cosas que aunque fueron creadas probablemente inconscientemente, sin intención, no son de tu preferencia pero al emitir juicios invariablemente comienzas a ver problemas.

Aquello que juzgas, no lo puedes neutralizar, no lo puedes transformar,  en creencias positivas más acordes con quién realmente eres. Estas invalidando y bloqueando la posibilidad de integración de aquello que NO prefieres, y te fragmentas.

Una de las ilusiones de las que adolecemos es la creencia de que los juicios que emitimos no tienen ningún efecto. Cuando juzgamos nuestra vibración se transforma en la vibración del juicio que estamos emitiendo. Penetramos más en la vibración de la separación y nos  alejamos de sentir paz.  Cuando juzgamos dejamos de vivir en el momento presente.

Los juicios son barreras con las que tiene que lidiar quien juzga. Una mente llena de prejuicios es una mente llena de sufrimiento. Al juzgar, vemos la realidad empañada de prejuicios.

No puedes poseer y transformar algo que al mismo tiempo estás invalidando. Juzgándolo le das más peso, no se lo restas. Para transformarlo, lo tienes que igualar, no darle más fuerza. Tienes que aceptarlo como válido aunque no sea de tu preferencia.

Cuando estamos ocupados en juzgar al mensajero, creamos separación en lugar de unión. Nos desvalorizamos, y perdemos lo que tanto anhelamos: la paz interior.

Un juicio es una mentira. Y una mentira es un nudo ciego que nos impide ver la realidad tal y como es, la vemos tal y como estamos siendo en ese momento. Un juicio es nuestro punto de vista sobre algo, no lo que ese algo realmente es.

Los problemas tienen una manera de resolverse cuando hay suspensión del juicio, entonces tú puedes transformarlos. Tú tienes ese poder.

Siempre tienes el poder de decidir ante cualquier evento como lo vas a tomar; puedes optar por juzgarlo o simplemente observarlo.

Puedes siempre decidir y mentalmente decirte “esto NO es lo que prefiero” y punto…, o buscar las razones en tu pasado y juzgar.

El presente siempre está libre de juicios. Para estar en el mundo real, hay que estar libre de juicios y  por lo tanto, libre del pasado.

Responder no es reaccionar, responder es tomar acción sin juicio y eso te trae paz, en cambio cuando reaccionas la pierdes.

Hay muchas maneras de ver una situación pero puedes simplemente determinar si es de tu preferencia o no y punto, sin agregarle un razonamiento, sin añadirle juicio  y así evitas la fragmentación, la polaridad y facilitas la integración.

Observa reconociendo que tú  eres el creador. Tú puedes cambiar tu realidad cuando transformas las creencias que forman el juicio.

Cada vez que te descubras juzgando dile Gracias, Gracias, Gracias por presentarse esta creencia negativa y poder transformarla.

La sentencia no tiene lugar en un corazón amoroso.

Proponte hoy no juzgar nada de lo que ocurra y al estar libre de juicios, te liberas de tu pasado, te liberas de tu programación. Eres libre cuando puedes fluir con todo de forma natural y simple, sin preguntas y sin juicios contigo mismo.

Cuando dejas ir de ti  aquello que no te gusta en los demás, puedes comenzar a verlo con amor, dejas de juzgar y comienzas a expandir tu consciencia.

El principio del verdadero amor es el final de los juicios

Te amo

Jocelyne Ramniceanu

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¿Qué debo hacer, resistirme o aceptar?

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La vida nos trae muchos retos y nuestro mayor anhelo es encontrar la manera de vivirla sin tener que sufrir. Pareciera ser la tarea más difícil y la que menos logramos porque no sabemos cómo enfrentar los sucesos diarios que continuamente van apareciendo.

La clave para evitar el sufrimiento es aceptar en vez de resistirnos a cuanto nos sucede. Aceptar lo que sucede sin reaccionar, sin resistirnos a lo que se presenta, por muy desagradable que los sucesos parezcan,  esa es la vía. Estas son las dos únicas opciones que tenemos, no existe otra. Aceptar o reaccionar.

Generalmente nos resistimos, luchamos, manipulamos, tratamos de controlar y cambiar aquello que no nos gusta, o nos hace sufrir. Otras veces huimos, evitamos, ignoramos o  terminamos reaccionando violentamente porque no conocemos otra manera de enfrentar aquello que estamos sintiendo. Lo que sentimos es el verdadero problema, no lo que realmente está sucediendo. Es como percibimos las cosas que ocurren según nuestros conceptos de lo que está bien o mal. Un simple ejemplo podría ser que alguien bienintencionado se nos acerca para darnos un consejo que no hemos pedido y lo tomamos como un ataque a nuestra persona, como una interferencia, entonces reaccionamos porque el concepto que tenemos sobre nosotros se ve amenazado, cuestionado. Esto nos produce sentimientos de ira, impotencia y arremetemos contra esa persona, en vez de mirar qué creencias ocultas tenemos acerca de nosotros mismos que nos hacen sentir de esta manera. Son innumerables los  ejemplos que servirían para darnos cuenta como proyectamos nuestras creencias en el exterior, pero eso sería otro escrito. Aquí hacemos énfasis en lo que sentimos que es donde tenemos que colocar nuestra atención, en nuestras interpretaciones erróneas y no en los sucesos en sí que carecen de valor.

Estamos tan dormidos que no nos percatamos que las situaciones sea las que sean: aquello que nos resulta desagradable, aquello que nos causa ansiedad, aquello que aparentemente nos hacen o nos quita el sueño; no proceden del afuera, del mundo externo. Poseemos un filtro mental, un lente que distorsiona todo lo que entra, ajustándolo a nuestra visión del mundo. Somos nosotros quienes juzgamos, interpretamos y lo sentimos o como una amenaza o como una bendición.

Todo lo que nos ocurre carece de significado alguno, y nosotros somos quienes le otorgamos el significado según como lo interpretamos. Nada de lo que oigas es personal solo son tus memorias que le dan significado a las palabras. Nada de lo que veas tiene significado sino en ti y  para ti.

El mundo que vivimos es neutro, lo que le da color y sabor es nuestra percepción basada en nuestras creencias. Qué bueno sería ver el mundo neutro, como realmente es o tal vez con los ojos del amor y dejar de darle el significado que le estamos dando. Esto depende únicamente de la autoobservación constante, adiestrar nuestra mente y mantenernos alertas porque estamos programados.

Si pudiéramos entender que la causa de absolutamente todo está en nosotros y el efecto es lo que estamos sintiendo, el mundo dejaría de lastimarnos. La causa son las definiciones que le damos, que procede de aquello que creemos. Si podemos darnos cuenta que lo que nos produce sufrimiento es nuestra manera de pensar y que podemos ver las cosas, y el mundo de otra manera, sin juzgar, sin darle significado, aceptando lo que es, sin poner mente, sin tratar de analizar,… entonces sentiremos paz.

Todo es neutro, nada sucede realmente fuera de nuestra mente. Todo el universo es mental. La resistencia que pongamos a lo que estemos experimentando, nos traerá más de aquello que estemos evitando. Si aceptamos desligándonos con una actitud de completa tranquilidad y  dejamos pasar aquello que nos causa sufrimiento sin detenernos en él, fluiremos como el río que bordeando las piedras sigue su cauce sin desviarse.

Dependiendo de cómo decidamos ver un evento, ya sea como una amenaza o como una bendición, se convertirá en un problema más o en una oportunidad y marcará la diferencia de cómo nos vamos a sentir. De allí depende el efecto que en nuestra vida tenga; si sufrimos o nos sentimos en paz. Si aceptamos lo que es, sin colocar allí nuestra energía todo pasará sin dejar residuos.

¿Qué realidad prefieres experimentar? ¿Aceptar, amar, dar las gracias y bendecir lo que ves, lo que sientes y todo lo que ocurre en tu realidad o quejarte, lamentarte y victimizarte? Siempre habrá situaciones que parezcan desafiantes, injustas, desalmadas y trágicas. Siempre habrá razones perfectamente justificadas para enfocarse en lo que está mal. Sin embargo, la elección de colocar tu enfoque en estas situaciones te vinculará a las líneas de tiempo de menor vibración y por ende vivirás más situaciones similares.

No necesitas escapar del sufrimiento, no tienes por qué escapar del dolor, de las penas, de lo que te causa estrés, de la soledad o del disgusto. Si tan solo puedes permanecer en él, sintiendo en silencio, observándolo, haciéndolo tuyo, sin  tratar de solucionar y sin tratar de interpretar ni juzgar. Si lo pudieras ver como si en tus manos tuvieras un diamante con muchas aristas y lo aprecias por lo que es, sin tratar de transformarlo, pronto comenzarás a ver sus otras facetas que te darán un sentimiento de gran libertad. Si aceptas lo que es, sin prejuicios y sin preferencias, muy pronto comenzarás a ver bendiciones escondidas en todas las situaciones.

Las bendiciones implícitas en aquello que más dolor nos causan es que ellas tienen el mayor potencial de transformarnos.

Los cambios es lo único constante en el universo, puedes aceptarlos diciendo GRACIAS, amándolos o puedes resistirlos luchando, pero son inevitables. Al no engancharnos en lo que nos daña, dejándolo pasar, este seguirá su camino sin tocarnos. Si reaccionas, si te resistes a él,  es tuyo y tendrás que lidiar con sus efectos.

Abraza cualquier situación desagradable, en vez de resistirte y luchar contra ella y después que la experimentes , encontrarás paz.

Te amo

Jocelyne Ramniceanu

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Amando mis emociones

Andamos por la vida muchas veces infelices, preocupados y repletos de problemas. Usualmente salimos de uno y enseguida aparece el siguiente. En ocasiones notamos que el intervalo se vuelve cada vez más corto entre una situación y otra. Pareciera  que se tornara más difícil conservar la paz. A donde vamos los problemas nos persiguen, y mantenemos la ilusión que si nos alejamos lo suficiente, tal vez podríamos huir de ellos. Muchos fantaseamos con la idea de viajar a una isla lejana, o a algún lugar alejado de la urbe en donde podamos refugiarnos y  así parece que sucede cuando vamos a la montaña o a la playa; pero no es el mar, no es el lugar a donde nos dirigimos, es tan solo nuestro foco de atención que cambia y por eso sentimos paz. Simplemente nos desconectamos de aquello que nos agobia para conectarnos con algo más placentero.

Si logramos cambiar nuestro foco, estemos donde estemos; si aprendemos a dominar conscientemente nuestra atención y la dirigimos con intencionalidad; entonces hacemos la gran diferencia.

Cuando una emoción nos domina, es cierto que sacarnos de la mente el hecho perturbador se nos hace bastante dificultoso y lo que menos pensamos en el momento, es en dirigir nuestra atención hacia algo más placentero. Pero si elegimos respirar profunda y lentamente, y junto con la respiración agradecer y amar nuestras emociones, estas desaparecerán más rápido, sin dejar huella.

Sé que suena algo descabellado  amar lo que sentimos cuando se trata del miedo o la rabia; pero esa es la forma de soltar los problemas y las emociones que nos invaden. Dejarlas ser, sentirlas y observarlas, respirar profundamente mientras aún nos domina su influencia y al poco podemos experimentar como las vivimos desde lejos, como si ya no se tratara de nosotros y nos desligamos de ellas lentamente.

Las emociones son explosiones de energía acompañadas por manifestaciones corporales que si son muy densas, pueden ser bastante desagradables, como el miedo y la furia. Ellas siempre van asociadas a una historia que hemos fabricado. Al permitirlas observándolas con des-apego, ellas pierden su intensidad rápidamente convirtiéndose en energía ligera hasta liberarse. Si reaccionamos y nos identificamos con ellas y su historia, aunque al cabo de un tiempo regresemos al equilibrio natural, la raíz o la causa que la originó, sigue en nuestro interior.

Todo aquello que aparece en nuestra vida ya estaba con anterioridad en nosotros,  nos llega con el propósito de mostrarse para ser soltado y liberado.

Cuando ocurre lo que llamamos problemas,  estos vienen acompañados de  emociones con distintas intensidades y lo que debemos es des-apegarnos   y  des-engancharnos de la situación, observar la emoción y limpiar la historia que la creo. Por lo tanto debemos de evitar hacer del evento una historia más, contándolo o simplemente pensando en ello.

Observar tus emociones en vez de dejarte arrastrar por ellas es la mejor manera de disolver la historia que está detrás. Si tu mente está enfocada en  los conflictos, la paz será imposible para ti.

Los conflictos son pasajeros, pero nosotros hacemos que perduren al no dejarlos ir.  Podemos decidir enfocarnos en aquello que nos da paz, y dejar ir aquello que nos la quita. Cuando nos preocupamos por algo, lo que hacemos es darle fuerza, si lo aceptamos y lo soltamos, aquello cambiará para nosotros

Las emociones siempre vienen por una historia que nosotros mismos hemos creado que concuerda con nuestras creencias, y solo dejándolas  ir, observando sus efectos en nosotros, aceptándolos sin luchar, amándolos; se irán.

Recuerda, es una historia que te has contado, no eres tú. Solo tienes que cambiar el foco desde donde estás ubicado frente a la historia o el conflicto; si estás dentro de ella o estas observándolo imparcialmente cuando se produce en ti la emoción.

Donde enfoco mi atención allí dirijo mis pensamientos y esa es la realidad que estoy creando.

Te invito con amor a que te adueñes de tu vida y de tu experiencia creando aquello que te mereces.

Te amo

Jocelyne Ramniceanu

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