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Entradas etiquetadas como ‘relaciones’

Repitiendo patrones en las relaciones

Consulté con  mis amigos por el Twitter acerca de sus preferencias  para este nuevo Post, y entre las sugerencias surgieron varias proposiciones con el tema de las relaciones y las situaciones que se repiten una y otra vez.

Igualmente  este tema ha sido recurrente a través de emails y durante las terapias que realizo. Por lo tanto se que hay algo en mi que está relacionado a esta situación que aún no ha desaparecido del todo.

Todo se reduce a que las personas que entran en nuestras vidas nos sirven de espejos.  Ellas aparecen  porque  en nuestra mente hemos creado un modelo que atrae a este tipo de personas o situaciones. Atraemos lo semejante porque vibramos en esa misma frecuencia. Ellas nos muestran nuestras creencias en la realidad que creamos.

Estas personas ya sean parejas, familiares o amigos nos reflejarán  siempre ambos aspectos, nuestro lado oscuro, subconsciente y desconocido y aquellas características que más apreciamos, valoramos y nos enorgullecemos.

Cuando nos muestran nuestro lado oscuro, generalmente lo negamos,  nos resistimos, peleamos, discutimos o nos alejamos. Culpamos, juzgamos y manipulamos. Cuando reflejan nuestro lado aceptado, el que conocemos y aprobamos, entonces nos enamoramos, admiramos, aprobamos y la relación fluye hasta que comienzan a revelarnos la otra cara de la moneda.

Si la relación se  distancia no significa que hayamos sanado esas partes no integradas, es probable que sigan apareciendo nuevas relaciones en nuestra vida que nos vuelvan a mostrar aquello que es inaceptable e ignorado junto con aquello que nos agrada.

Ambos lados coexisten en todos nosotros. Hacen parte de nuestro sistema de creencias por lo tanto lo atraemos una y otra vez por medio de nuestros pensamientos, emociones y sentimientos.

Toda persona que se nos acerque y con la cual mantengamos una relación, un aspecto nuestro nos estará reflejando ya sea el que nos agrada o nos desagrada, o probablemente ambos.  Cuando transformamos nuestras creencias, las colocamos a la luz, y descubrimos su incoherencia ya no habrá nada que las refleje porque dejan de tener validez para nosotros.

Las relaciones nos permiten aprender quienes somos a través del otro.

Si permitimos a la relación ser lo que es más que lo que esperamos que ella sea, sin tratar de ejercer control alguno, esta relación nos permitirá conocer y descubrir más acerca de nosotros mismos y ese es el propósito de toda relación. Las relaciones permiten que cada quién experimente quién es, integrando todas sus partes, las aceptadas o las que negamos.

Hasta que nuestras creencias ocultas y defensas no vayan cambiando, seguiremos una y otra vez encontrando quienes nos las evidencien hasta que integremos y aceptemos como parte de nosotros todos nuestros aspectos.

Es probable que en nuestras relaciones llevemos inconscientemente a nuestros padres como modelo sin importar que ellos estén o no con vida, esa imagen de ellos la llevamos en nuestro interior; son experiencias reales o imaginarias, que quedaron grabadas  y no tiene nada que ver con quienes realmente fueron sino como los percibimos a lo largo de nuestra relación con ellos.

Estas imágenes y situaciones quedaron registradas, grabadas, cristalizadas y  luego olvidadas con todo aquello que nos hizo daño y las decisiones que en esa temprana edad tomamos para defendernos. Esto se nos estará mostrando una y otra vez hasta que la sanemos. Hasta que amemos ese dolor y lo dejemos ir.  Hasta que soltemos el pasado y nos perdonemos por seguir sosteniéndolo y manteniéndonos fieles a aquello que no es real.  Hasta que amemos esa parte de nosotros que aún se siente lastimada, desvalorizada y tal vez abandonada.

Todo lo que nos sucede son nuestras creencias manifestándose.

Para soltar nuestras memorias, al hacerlas conscientes agradecemos su presencia en nuestra vida  y volvemos a escoger una nueva opción.

Hay creencias difíciles de cambiar, porque estas fueron creadas para protegernos, por eso las soltamos con amor y volvemos a elegir. Si no las concientizamos, solo agradecemos la oportunidad de mostrarse cada vez que un conflicto aparece.

Las relaciones se sanan sanándolas en nosotros.

En la medida que tu relación contigo se vuelve más armoniosa y amorosa,  vas aumentando la auto aceptación y sobre todo si sientes compasión, te transformas y te acercas cada vez más a quién realmente eres.

Al abandonar las creencias sobre ti,  los juicios y exigencias hacia ti y  tus relaciones, te descubrirás  cambiado y atrayendo otras personas en la nueva frecuencia que te hayas colocado o tu relación conflictiva puede retomar un nuevo camino inesperado si la dejas ser tal como es.

Cualquier exigencia, critica, molestia hacia tu pareja se debe a las creencias que sostienes, pero la buena noticia es que nuestras creencias al analizarlas y conocerlas, preguntándonos si son ciertas o no; pueden cambiar, también puedes limpiarlas a medida que aparecen sin engancharte y  repitiendo GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS que son palabras mágicas que las dices mentalmente cuando te encuentres juzgando, quejándote, o reaccionando.

El amor que crees que te faltó, tú mismo te lo has negado y lo estás buscando afuera. Solo puedes dar aquello que te permites tener para ti mismo.

Si te das tanto amor como el que esperas de afuera, dejarás de sentirte dependiente y soltarás los apegos y las necesidades aparentes.

Toda pena, sufrimiento es el producto de la resistencia que creamos contra nuestra verdadera naturaleza. Nada ni nadie te puede dañar a menos que así lo creas y lo permitas.

Comunicándote desde el corazón fluye la energía para que tus conexiones respondan también desde el corazón.

Te amo

Jocelyne Ramniceanu

 

 

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¿Y qué hay del Amor?

El amor que damos a otros, aunque no nos demos cuenta es proporcional al amor que recibimos. Lo que le hacemos a otros nos lo estamos haciendo a nosotros mismos, yo soy la otra persona…

Cuando damos amor abiertamente, sin esperar nada a cambio, lo recibimos en abundancia. Ya sabemos que dar es igual a recibir.  El otro es nuestro reflejo y dando nos estamos amando a nosotros mismos.

¿Cuanto amor te estás dando? O ¿Estas esperando recibirlo primero?

Únicamente cuando me amo es cuando puedo amar a otros,  si no me amo entonces  ese amor es condicional, está más relacionado con mi necesidad. Cuando estamos amándonos, estamos permitiendo que en nuestra realidad se manifieste cualquiera de las formas posibles del amor.

Lo que sale de mi invariablemente regresará a mí.

No necesitamos que nos den amor para poder darlo, no necesitamos escusas para sentir lo que realmente somos.

El amor es natural en todos nosotros y este fluye sin obstáculos como parte de nuestra esencia humana. En nuestra alma hay infinitas reservas de amor guardadas pero las podemos tener bloqueadas, sin expresarlas, retenidas.

A veces bloqueamos el amor, nos negamos a recibir porque no lo permitimos, no nos sentimos merecedores de ser amados, de ser tomados en cuenta de ser admirados o no nos creemos valiosos.

AMAR no tiene nada que ver con el otro, no tiene que ver con nadie, solo tiene que ver con nosotros y tiene que ver únicamente con lo que sentimos. No necesitamos a alguien para sentir fluir el amor en nosotros y a través nuestro. Luego que estamos sintiendo amor, este se refleja en el mundo exterior manifestándose, pero primero tiene que ser un estado interno.

Aunque estemos bloqueados por nuestras creencias, traumas o miedos aún así podemos dar porque el amor es una fuente inagotable, no es una sustancia perecedera, es la sustancia elemental de la cual estamos hechos.

El cambio radica en nuestra actitud, no esperando que el afuera cambie sino creando el cambio interno aunque el afuera permanezca igual.

Solo aceptando lo que somos, permitiendo y alineándonos con ello, en vez de fingir ser algo extraño e incoherente, fabricado absurdamente para protegernos; es entonces cuándo podremos disfrutar de todo cuanto somos.

Para desbloquearnos es más sencillo de lo que parece, no  tenemos que cambiar nuestras creencias, ellas cambiarán cuando cambiamos nuestras acciones, simplemente tenemos que comenzar a dar… sin mirar a quien, desde decirle lo importante que es una persona para uno, hasta darle un caluroso abrazo…….y decirle TE AMO.  Solo fluimos pasando a la acción.

Una vez que lo hacemos una y otra vez, nuestras creencias desaparecen, porque estamos soltando aquello que no somos. Dejamos de alimentar aquello que nos hace sufrir.

Somos amor aunque lo tratemos de bloquear, eso es lo que somos, y se requiere mucho esfuerzo y sufrimiento el tratar de esconder nuestra verdadera naturaleza.

Lo que llamamos DIVINIDAD es la vibración que traducimos como amor incondicional, y cuando lo sentimos en nuestro interior, somos uno con Dios

Cuando sentimos amor incondicional, nada nos puede dañar, el afuera es solo un espejo que nos muestra lo que llevamos dentro. No necesitamos a nadie para ser lo que somos y poderlo expresar.

Permite que tus relaciones sean lo que son y no lo que esperas que ellas sean; comienza a sentir el amor incondicional. Si necesitas que alguien te ame incondicionalmente, el amor que sientes por ti no es incondicional.

Cuando te des amor incondicional, recibirás amor incondicional del afuera aunque ya eso no sea importante para ti.

Lo único que tienes que hacer es sentirte en el estado del amor, eso es todo. Estar en el estado de amor, permite, posibilita, potencia a la realidad de manifestar el amor en cualquiera de sus múltiples formas.

 Recuerda:

La relación más importante que tienes en la vida es la relación contigo , cuando te atiendes amorosamente, el resto fluye por sí mismo. Y tú eres amor, no otra cosa. Si lo bloqueas, eres tu quien sufre.

Te amo

Jocelyne Ramniceanu

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Más allá del sufrimiento

El sufrimiento, en algún punto de nuestra existencia, nos lleva al agotamiento. Llega un momento que ya no podemos más y nos decimos con firmeza, “Ya basta, no quiero sufrir más”. Esto no significa que enseguida paremos de sufrir, y en este estado podemos transitar algún tiempo hasta descubrir que los causantes del sufrimiento no son las circunstancias externas ni las demás personas que nos rodean, nuestra programación es quién lo causa. Al descubrirlo ya damos el primer paso. Ya podemos responsabilizarnos y encontrar una salida.

La buena noticia es que el sufrimiento puede ser nuestro gran maestro. Puede llevarnos a un nuevo despertar y a darnos cuenta que hay otro camino. Este nuevo camino nos enseñará a dejar de reaccionar, a soltar creencias, a vivir en el presente y al autoconocimiento; siempre y cuando no caigamos en la autocompasión.

Nadie nos hace sufrir, el dolor sabemos que es natural porque nos apegamos a nuestros afectos, cosas, personas, animales, parejas, modos de vida, valores etc.

Nos apegamos prácticamente a todo lo que se vuelve costumbre y nos resistimos al cambio.

En segundo lugar, el sufrimiento nos ayuda a comprender y no únicamente a un nivel intelectual que todo es inestable, pasajero, temporal y en continua transformación y que aunque el cambio nos cause algún dolor, todo sigue un proceso de evolución y nada permanece igual.

Para tener paz interior tenemos que aceptar e internalizar que las relaciones vienen y van cumpliendo con su cuota ya sea esta corta o larga, ya sea que la separación sea en vida o a través de un cambio del plano existencial. Igual sucede con nuestras posesiones. Todo fluye en un constante intercambio transformándose a si mismo.

No son las situaciones las que nos hacen sufrir sino las interpretaciones que hacemos de ellas con nuestros pensamientos.

Todas las situaciones en nuestra vida nos producen apego cuando son placenteras y aversión cuando estas son desagradables. Si nos relacionamos con el mundo con mayor desprendimiento y sin expectativas, el dolor será pasajero.

Los pensamientos, son el motor del sufrimiento y es el combustible que lo alimenta. Es aquella parte de nosotros que nos gobierna y mantiene poseídos si no nos mantenemos en el presente.

Podemos decirles GRACIAS y TE AMO a cada pensamiento que nos hace sufrir cuando este se presenta.

Cuando me doy por vencida al sufrimiento, y dejo de luchar y oponerme a él, es cuando realmente encuentro paz, aceptando lo que es. Es importante decidir ACEPTAR, rendirnos, y darnos cuenta que no somos eso, sino la conciencia superior detrás de esos pensamientos que nos hacen sufrir.

El sufrimiento no es más que la voz de nuestro maestro interno que nos indica que hay otra manera de percibir el mundo. Que no somos lo que pensamos y que no podemos controlar al mundo a nuestro antojo sino encontrar la paz interna para que nuestro mundo cambie.

Únicamente cuando soltamos nuestros hábitos y creencias, encontramos la paz anhelada y es solo entonces cuando vamos a experimentar circunstancias amorosas y no al revés.

Te amo

Jocelyne Ramniceanu

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Las relaciones, mi espejo.

A través de nuestras relaciones es como nos descubrimos, los amigos, la pareja, los hijos o la familia todos ellos nos muestran facetas de nuestro ser.

Todo gira en torno a nosotros, a pesar de sentirnos acompañados en realidad nos relacionamos solo con nosotros mismos. Por medio de los demás es como experimentamos lo que pensamos, nuestras creencias, nuestras opiniones y nuestro pasado.

Las personas aparecen en nuestra vida como angeles que vienen a mostrarnos lo que creemos, y aunque parezca que son ellos, los problemas en nuestras relaciones solo son la manifestación de lo que llevamos en nuestra mente.

“Yo nunca me relaciono contigo, yo me relaciono con lo que creo que tu eres, y quien se relaciona es aquella parte de mi que tampoco sabe quién es”.

Nuestras relaciones sanan en el momento que cambiamos nuestra percepción. Las áreas en las que tenemos mayor dificultad son aquellas que se nos van a mostrar. Si somos temerosos por falta de confianza en nosotros mismos, tenderemos a ser posesivos y probablemente temamos ser abandonados: es justamente este tipo de experiencias las que prevalecerán. Las relaciones son los actores de la gran obra de mi vida, donde el guion es mi manera de pensar.

Generalmente buscamos en las relaciones, la felicidad, la armonía y la paz, pero estas cualidades no las podemos encontrar si no estamos armónicos, felices y en paz.

Todos soñamos con tener relaciones  perfectas con nuestros seres queridos, pero esto solo es posible en la medida que nos liberamos de nuestra programación. Todo lo que observamos en el otro que nos guste o no, no tiene nada que ver con la persona sino conmigo.

Para mejorar las relaciones, hay que dejar de ver el pasado en ellas, y comprender que todo lo que das, te lo estás dando a ti mismo, si das amor, tu vida se vuelve amorosa. Si te la pasas discutiendo o quejándote, te llenas de amargura.

En general el amor o desamor que sentimos por las demás personas es el reflejo de la cantidad de amor que sentimos por nosotros; esto se  vuelve evidente cuando observamos cómo nos tratan,  si no nos gusta, debemos de revisar como nosotros nos tratamos. Siempre recibimos de vuelta aquello que damos. Lo que sale de ti, invariablemente regresa a ti.

El resentimiento es un sentimiento negativo que regresa, eres tu el único que lo sufre,  así que libérate de él.

Las expectativas que nos hacemos con respecto a nuestras relaciones, es porque desconocemos nuestro poder y por lo tanto lo entregamos, nos olvidamos que somos dioses creadores y nuestras aparentes necesidades las colocamos en el mundo exterior, fuera de nuestro alcance. Nos volvemos vulnerables y necesitados y por lo tanto nada ni nadie jamás podrá satisfacernos.

Usualmente basamos nuestras expectativas en una muy limitada visión de nosotros, y vamos tejiendo todo un universo alrededor de nuestra manera de pensar. La vida y las personas las vemos en blanco y negro, me gusta, no me gusta, es correcto o es incorrecto, obtengo lo que quiero o no, me hace sufrir o me hace feliz. Esperamos de nuestras relaciones que se ajusten a moldes que mentalmente fabricamos para ellos y nos apegamos a exigencias que difícilmente se pueden cumplir. Raras veces notamos como proyectamos en los demás nuestros temores y preocupaciones y usualmente cuando nos molestamos, no es por lo que ocurre sino por los recuerdos que pasan por nuestra mente.

Llega un momento en nuestra vida que admitimos que no tenemos control sobre los demás y  por lo tanto sobre nosotros y es cuando a través del sufrimiento comenzamos a redescubrir nuestro poder como creadores.

Nos confrontamos a nosotros mismos, y nos damos cuenta que sabemos mucho de todo, estamos muy bien preparados, bien instruidos pero no nos sirve de nada, no tiene ninguna importancia ya que  no nos trae paz ni armonía; hemos dejado de lado lo esencial, no sabemos quiénes somos y lo que tenemos que hacer es comenzar a vaciarnos.

Para quienes practicamos Ho’oponopono sabemos que no existe nada afuera y tomamos responsabilidad por todo lo que hemos creado. Limpiamos en nosotros todo aquello distinto a lo que verdaderamente somos…

La única relación que existe en el universo es la relación contigo mismo, las demás son solo ángeles que llegan a tu vida con la única finalidad de mostrarte tu camino. Nuestros hijos, pareja, amigos y familia están esperando que los veamos con los ojos del amor. Una vez que hacemos esto, todos salimos de la ilusión. Cuando dejamos atrás todo lo que la mente ha fabricado y estamos atentos, comienzan a ocurrir los milagros.

Amar no es tener preferencias ni necesitar a alguien, amar es aceptar alegremente la presencia del otro en nuestra vida. Todo lo que viene desde el corazón, es amor, todo lo que viene de la mente es ilusión.

Te amo

Jocelyne Ramniceanu

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Como educar ¿a los hijos o a los padres?

Los hijos desde el momento que nacen representan para casi todos los padres, un cúmulo de esperanzas y expectativas. Muchos padres perciben a su descendencia como sus propias extensiones, principalmente en aquellas áreas donde aun no pudieron culminar sus objetivos personales, entonces depositan en ellos el peso de sus ambiciones más secretas. Otros los tienen como cómplices incondicionales y depositarios de quejas, dimes y diretes e historias personales y son educados dentro de un marco de evitación, donde la sobreprotección es la regla. Estos padres plagados de buenas intenciones cuartan su libertad de experimentar para evitar que sus hijos sufran experiencias similares a las que ellos padecieron, guiados principalmente por el miedo por encima del amor y la confianza. También están aquellos padres perfeccionistas donde para sus hijos se vuelve una tarea prácticamente imposible poder complacerlos y lograr su reconocimiento.

Estas actitudes de los padres generalmente son inconscientes, y están colmadas de buenas intenciones. No se percatan y no son ellos quienes toman las decisiones sino sus propios programas mentales que toman el mando, sus memorias familiares, ancestrales o experiencias traumáticas de sus pasados.

En realidad cuando hablamos de los hijos de quien verdaderamente hablamos es de los padres, no hay forma de desligarlos. Los padres son la causa y los hijos el efecto, visto de otra manera, yo soy la creadora del mundo que percibo incluyendo a mis hijos.

Invariablemente nuestros hijos son nuestra proyección, algunos padres más que otros logran mantener un apego relativamente saludable con ellos, otros debido a sus temores, experiencias pasadas y creencias, ejercen presión mas o menos fuerte para ajustarlos al modo de pensar del núcleo familiar.

Las causas que motivan a que padres eduquen a sus hijos bajo ciertos paradigmas son muy amplias pero las motivaciones básicas que los impulsan, están centradas en torno al amor o el temor.

Las relaciones basadas en el temor, cuando este es la parte predominante creará relaciones difíciles, numerosos conflictos, alejamientos, adicciones, etc pero estas situaciones se pueden revertir, siempre podemos regresar al amor y restablecer los lazos. En la medida que nosotros estemos bien, ellos estarán bien sin importar la distancia ni el tiempo transcurrido ya que estamos siempre interconectados.

Nuevamente tenemos que tomar responsabilidad de que todo aquello que vemos en nuestros hijos lo hemos creado nosotros. Cuando observamos conductas que nos preocupan o nos desagradan, donde tenemos que mirar es en nuestro interior. Aunque no parezca así, nosotros creamos nuestras experiencias. Podemos intentar corregirlos pero los resultados no serán los esperados a menos que nos revisemos y cambiemos nuestra percepción. Lo que vemos en nuestros hijos son solo nuestras proyecciones, y no los estamos viendo desde el corazón, como realmente son.

La sanación comienza desde adentro hacia afuera, comenzamos por nosotros y esta se extiende a nuestras creaciones.

Nuestros hijos son nuestros maestros, están aquí para enseñarnos que debemos rectificar en nosotros, y nos brindan siempre una oportunidad de emendar.

Si nos enfocamos en el amor lograremos grandes cambios, no en ellos sino en nosotros, y por lo tanto se producirán en ellos también. Lo que vemos afuera es el reflejo externo de nuestro interior, nuestras creencias las vemos reflejadas en el cuerpo físico de nuestros hijos, no los percibimos perfectos como fueron creados porque nuestros lentes están teñidos de memorias, de un cumulo de información que no nos sirve y por lo tanto nos llenamos de juicios que nos imposibilitan ver con claridad.

Cuando hablamos de los hijos, tenemos que describir a los padres.

A nuestros hijos tenemos que amarlos y agradecerles que estén en nuestra vida y solo de esta manera es cuando se producen los cambios milagrosos. Aceptar tan siquiera un poco que podemos estar equivocados y que no vemos las situaciones desde la perspectiva del corazón sino de la mente, puede restituir las relaciones y devolverlas a su estado natural de armonía y paz.

Es importante comprender que nuestros juicios siempre vienen de nuestras memorias, fueron aprendidos y es necesario aceptar la posibilidad que podemos estar equivocados porque no estamos mirando con los ojos del amor sino desde el miedo.

A nuestros hijos debemos aceptarlos tal como son y dejarlos libres de nuestras cargas, y nosotros debemos limpiar y limpiar nuestras memorias para ser inspirados en la mejor manera de guiarlos.

Cuando obtenemos claridad las relaciones se transforman y sucede lo que es perfecto y correcto para cada quien.

Te amo

Jocelyne Ramniceanu

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