No sé nada
Mi deseo a través de mis palabras, para todos, para ti, incluso para mi, es que nos volvamos a conectar con la fuente . . . Volvamos a ser humildes para dejarnos guiar.
No sabemos más que Dios lo que es bueno para nosotros, no tenemos ni idea . . . si nos dejamos guiar, y soltamos esa parte nuestra que dice saber más que nadie o que dice «¡yo tengo la razón!» ó «¡yo tengo la verdad!» ó «¡yo sé lo que tú debes o no debes hacer, decir o pensar!», no saldré de mis programas, seguiré repitiendo las mismas pautas de mi pasado y no podre oír las señales que Dios me manda.
Mis pensamientos hacen ruido, y para oír a Dios, tengo que prestar atención, aquietar mi mente y decir para mis adentros: «gracias, gracias, gracias, . . .» hasta que no quede nada, sólo el vacío.
Así podré oír . . . existe un sinfín de bendiciones, cuando callo mi mente, y un mar de posibilidades de donde escoger, dejo de ser prisionera de mis memorias. Si acepto que no sé, estoy abierta a las señales, entonces solo vendrán a mi vida nuevas experiencias, nuevas ideas, nuevas relaciones, nuevas oportunidades . . . Aprendamos a calmar nuestra mente, digamos: «gracias, gracias, gracias, gracias, . . .» hasta que calmemos nuestros pensamientos.
Tu mayor sabiduría es cuando reconoces: «¡Sólo sé que no sé nada!» Y busca, dentro de ti están las respuestas.
Los amo
Jocelyne Ramniceanu
Comentarios recientes