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Meditación y honrando a nuestro niño interior

A muchos nos extraña tener un niño dentro de nosotros, por muy adultos que nos sintamos e incluso resulta un tanto extraño para quienes hemos sufrido en algún momento de soledad descubrir que tenemos toda una familia y que la llevamos justo en nuestro interior, pero así es, y debemos prestar una especial atención a ese pequeño que nos acompaña.

El subconsciente o Unihipili como se le dice en el idioma Hawaiano, representa nuestro niño interior. En la tradición hawaiana se le considera como el más importante de los tres seres que nos conforman o habitan en nosotros. Allí es donde están alojadas todas las memorias desde que fuimos creados hasta el presente, todas las emociones, y sentimientos, los recuerdos guardados, los olores, sabores, imágenes, sonidos y todas las interpretaciones que hemos hecho, incluyendo las memorias de vidas pasadas y las de nuestros ancestros están allí almacenadas.

El subconsciente se comporta como un niño pequeño, el genera todas las emociones y reacciones que sentimos de amor, rabia, impotencia etc. y que muchas veces no entendemos su origen y pocas logramos controlar. El puede dirigir nuestra vida reaccionando constantemente, porque así aprendió a evitar ser herido. También él es quien nos hace percibir el mundo de determinada manera para defendernos de los peligros y agresiones que proyecta en el mundo externo. Es un niño pequeño asustado.

Imaginate a un niño o niña pequeñito de unos 3 a 5 años con su inocencia, tratando de sobrevivir, ese es el niño que habita en nosotros, el que nos acompaña aunque no lo hayamos notado.

Es aquella parte nuestra que hasta la fecha desconocíamos su existencia y por lo tanto la hemos ignorado y abandonado.

Para los antiguos Hawaianos, estamos compuestos por tres partes o entidades separadas y el equilibrio entre ellas es lo que nos permite fluir por el mundo en armonía y paz. Estos tres entes son el subconsciente o niño interior (Unihipili), el intelecto que es la parte consciente y es quién toma las decisiones representada por la madre (Uhane) y el supraconsciente identificado como el padre (Aumakua) es nuestra parte espiritual. Cuando todos estos seres están alineados en perfecta armonía, regresamos al estado original, como Dios nos ha creado.

La relación más importante que existe en el cosmos, es el nexo entre la madre y el hijo, no nuestro hijo terrenal sino el niño que todos llevamos dentro junto con nuestro intelecto. El es quien manifiesta la realidad que vivimos de la forma que la percibimos. El es el encargado de iniciar la limpieza de las memorias que nos causan dolor y con su colaboración estas se limpian más rápido.

Si esta relación no se establece, con amor, comprensión y compasión, estaremos experimentando problemas a lo largo de nuestra vida. Podemos restablecer el vínculo y mejorarlo logrando una cooperación entre ambas partes y para esto es necesario construir un intercambio consciente de información y conocimiento a través de la comunicación amorosa, para entender como nuestro niño interno piensa y siente, y porque reacciona de la manera que lo hace.

El se comunica con nosotros a través de imágenes, memorias y emociones que van saliendo a la superficie, pero nosotros solo tenemos acceso a él a través del péndulo y los símbolos como el tarot, las runas o a través de experiencias chamánicas.

Muchas veces el no quiere cooperar con nosotros y nos hace pequeñas travesuras cómo no recordar donde pusimos las llaves del carro, se vuelve olvidadizo o le hace a nuestra parte consciente tener actitudes dramáticas y ridículas para llamar la atención etc. hasta colocarnos en situaciones muy delicadas. Nuestro niño interior es muy emotivo y carece de racionalidad y a veces se avergüenza ante la madre o el intelecto y desarrolla remordimientos y culpas, pero por otro lado está lleno de admiración por las decisiones que ella toma y las acepta sin objeción.

Las enfermedades también las origina nuestro niño interno y para ser sanadas tienen que ser abordadas en el mismo nivel donde fueron creadas. La enfermedad es una manera simbólica de mostrarnos su disconfort y es una oportunidad de rehacer una relación más armónica.

Para contactarnos con nuestro niño interior podemos inicialmente hacer una meditación que la podremos variar según nuestra inspiración.

Quiero ofrecerte una meditación a modo de ejemplo que he realizado para ti y que te puede servir de guía para darle la bienvenida a ese niño que todos llevamos dentro y puede ser la llave a crear el equilibrio y el restablecimiento de la armonía en nuestra familia interna. Deseo que seas feliz y reboses paz mas allá de toda comprensión.

Te amo

Jocelyne Ramniceanu

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